FALTA DE PREVENCIÓN POR PARTE DEL ESTADO
FALTA DE PREVENCIÓN POR PARTE DEL ESTADO
Al igual que otra instituciones, ESSALUD atiende al 19% de la población afectada por la tuberculosis. A pesar de esto la enfermedad aún permanece en nuestra sociedad.
El Estado peruano como entidad es el principal responsable de las consecuencias por desprotección y falta de control de la tuberculosis, a pesar de que las personas afectadas por esta enfermedad son diagnosticadas y tratadas de manera gratuita por las instituciones del sistema de salud del país. Según los registros que tiene el Ministerio de Salud, este atiende aproximadamente al 73% de la población afectada, el 19% lo hace ESSALUD, el 7% el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) y el 1% las Sanidades de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas. La falta de control también ha generado de que la inversión en la investigación para tratamientos sea descuidada y ha creado una dependencia tecnológica, ideológica y económica que solo repite lo que se realiza en otros países y que no tiene repercusión en el control de esta enfermedad en nuestro país. Esta situación ha manifestado de dos maneras a lo largo de los años.
Por un lado, tenemos el periodo que va desde 1960 hasta el 2009 y por otro lado, el que va desde el 2009 hasta la actualidad. En la primera etapa se sabe que, según el Dr. Oswaldo Jave, excoordinador responsable de la estrategia Nacional de Control de la Tuberculosis, en 1960, se estimó que la enfermedad tuvo una tasa anual de incidencia que debió haber llegado solo a 20 casos por cada 100 000 habitantes. Sin embargo para el año 2009 se calculó una incidencia de aproximadamente 84 casos por cada 100 000 habitantes. Esto se generó a partir de la poca difusión de las campañas de salud y la poca búsqueda de casos que se realizaron por parte del Estado. En 1999, se notificó el primer caso de tuberculosis extremadamente resistente (TB XDR), y para el año 2008 ya se habían registrado 186 casos acumulados. De estos, el 85% se concentró en los distritos de La Victoria, Lima Cercado, San Martín de Porres, San Juan de Lurigancho, Ate, Santa Anita y El Agustino.
Los casos presentados desde 1999 de la TBC XDR han aumentado, aquí vemos una noticia reciente que nos demuestra que la TBC XDR va en aumento y no se ha podido controlar.
Al saber que el Perú es el segundo país en presentar la enfermedad se han hecho campañas por parte del MINSA, las cuales no son suficientes. También, en el penal de Lurigancho se hizo la afiliación a los internos al SIS.
Mientras que, en la segunda etapa, después del último estudio, y dar a conocer que el Perú era uno de los tres países con mayor incidencia de Tuberculosis en América Latina, el Estado realizó con más frecuencia campañas para reforzar la poca información sobre el tratamiento que existe para esta enfermedad. Estas campañas sirvieron para un mayor control administrativo y ambiental. El control administrativo consistió en aplicar a los hospitales los registros para el número de pacientes que llegaba por consulta, para los que recibían el tratamiento, para el número de pacientes que hacían la evaluación de riesgo (las personas que querían descartar la posibilidad de padecer la enfermedad), para los que culminaban el tratamiento y también para los que no. El control ambiental fue dirigido para las personas que no tenían la enfermedad. Este consistió en informar de los cuidados que debían tener en su vida diaria.
En 2015, se hizo un proyecto a largo plazo que se debe concretar en 2035. Se estima que, para este año, la enfermedad tiene que haber reducido sus índices en un 95% en el caso de muertes y 90% en la tasa de incidencia. En la actualidad se están realizando campañas de salud, de control administrativo y ambiental en los centros penitenciarios y, con esto han logrado la afiliación al Seguro Integral de Salud de los reos contagiados que se estima son aproximadamente el 89% de esta población. También la aparición de cepas de los diferentes tipos de Tuberculosis que afectan a los pacientes, mayormente en las grandes ciudades costeras del Perú, empeoran esta situación, siendo aún más difícil para los establecimientos de salud de Lima y Callao, su control y por consiguiente, su extinción. A pesar de todas las campañas realizadas, estas no son debidamente difundidas. Tampoco son de gran magnitud para que los índices presentados disminuyan y como consecuencia que la enfermedad permanezca en el país.